Mindfulness es una mezcla de varias disciplinas orientales y occientales. Bebe constantemente tanto de los avances más vanguardistas de la neurociencia como de las técnicas más antiguas de respiración, relajación o meditación.
Las formaciones de Mindfulness que sueles encontrar están formadas por grupos de decenas de personas. Nosotros te proponemos algo más profundo y comprometido: Un aprendizaje individual donde adaptaremos la técnica a tu demanda y características personales, o una formación en grupo muy reducido. Ambas opciones son 90% práctica.
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CURSO PERSONALIZADO DE PROFUNDIZACION EN TECNICAS DE RELACIÓN Y MINDFULNES (Individual)
- 8 semanas. 6 sesiones presenciales u online.
- 90% práctica.
- Sesiones privadas.
- Atención y adaptación del curso a las necesidades de la persona.
360€
CURSO DE PROFUNDIZACION EN TECNICAS DE RELAJACIÓN Y MINDFULNESS
- Grupos pequeños. (Mínimo 2 personas, máximo 4)
- 8 semanas.
- 6 sesiones presenciales u online.
- 90% práctica.
190€
CURSO PERSONALIZADO DE PROFUNDIZACION EN TECNICAS DE RELACIÓN Y MINDFULNES (Individual)
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A continuación puedes leer un artículo que posiblemente te ayude a entender un poquito más en qué consiste Mindfulness. Pero Mindfulness es pura práctica, así que la mejor manera de conocerlo es hacerlo.
Llámanos o escríbenos y te informaremos sin compromiso:
A continuación puedes leer un artículo que posiblemente te ayude a entender un poquito más en qué consiste Mindfulness. Pero Mindfulness es pura práctica, así que la mejor manera de conocerlo es hacerlo.
Llámanos o escríbenos y te informaremos sin compromiso:
Mindfulness es SILENCIO MENTAL.
Una disciplina que recoge antiquísimas prácticas orientales y las adapta a nuestro occidente contemporáneo.
Fue allá por 1970 que Jon Kabat Zinn, doctor emérito de medicina por la Universidad de Massachusetts, introdujo estas prácticas, que en oriente eran llamadas “meditación”,en la Clínica de Reducción de Estrés donde trabajaba.
Mindfulness es una mezcla de varias disciplinas orientales y occientales. Bebe constantemente tanto de los avances más vanguardistas de la neurociencia como de las técnicas más antiguas de respiración, relajación o meditación. Hay muchos estudios científicos escritos en cuanto a su efectividad y sus beneficios pero en realidad Mindfulness es pura práctica, así que:
El Mindfulness no es algo artificial, en realidad a veces lo que busca lo conseguimos de forma natural sin darnos cuenta. Mindfulness es también “fregar los platos cuando friegas los platos”. En definitiva, estar en cada momento donde se está. “Estar en lo que haces”.
Esto que parece tan simple, con una práctica consciente y constante, genera incluso cambios en los procesos químicos y electromagnéticos del cerebro, así como en la relación entre nuestro sistema nervioso parasimpático y simpático, -los desequilibrios entre estos dos sistemas son la causa de una gran cantidad de problemas somáticos-.
Incluso un estudio de la universidad de California e los Angeles (UCLA), firmado por el Dr. Steve Cole, afirma que la práctica de Mindfulness disminuye la expresión génica proinflamatoria, causante de multitud de enfermedades –por ejemplo, la de la proteína C-reactiva (CRP), potente factor de riesgo de enfermedades cardiacas-. El mismo estudio concluye que Mindfulness disminuye significativamente las sensaciones de soledad y tristeza en la edad avanzada.
Mindfulness es SILENCIO MENTAL.
Una disciplina que recoge antiquísimas prácticas orientales y las adapta a nuestro occidente contemporáneo.
Fue allá por 1970 que Jon Kabat Zinn, doctor emérito de medicina por la Universidad de Massachusetts, introdujo estas prácticas, que en oriente eran llamadas “meditación”,en la Clínica de Reducción de Estrés donde trabajaba.
Mindfulness es una mezcla de varias disciplinas orientales y occientales. Bebe constantemente tanto de los avances más vanguardistas de la neurociencia como de las técnicas más antiguas de respiración, relajación o meditación. Hay muchos estudios científicos escritos en cuanto a su efectividad y sus beneficios pero en realidad Mindfulness es pura práctica, así que:
El Mindfulness no es algo artificial, en realidad a veces lo que busca lo conseguimos de forma natural sin darnos cuenta. Mindfulness es también “fregar los platos cuando friegas los platos”. En definitiva, estar en cada momento donde se está. “Estar en lo que haces”.
Esto que parece tan simple, con una práctica consciente y constante, genera incluso cambios en los procesos químicos y electromagnéticos del cerebro, así como en la relación entre nuestro sistema nervioso parasimpático y simpático, -los desequilibrios entre estos dos sistemas son la causa de una gran cantidad de problemas somáticos-.
Incluso un estudio de la universidad de California e los Angeles (UCLA), firmado por el Dr. Steve Cole, afirma que la práctica de Mindfulness disminuye la expresión génica proinflamatoria, causante de multitud de enfermedades –por ejemplo, la de la proteína C-reactiva (CRP), potente factor de riesgo de enfermedades cardiacas-. El mismo estudio concluye que Mindfulness disminuye significativamente las sensaciones de soledad y tristeza en la edad avanzada.
¿“Pienso, luego existo” o “Existo, luego pienso”?
La psicología y la neurociencia han demostrado, de forma paralela, que cada nuevo estímulo es filtrado y comparado, de forma compleja, con nuestros estímulos recuerdo. Este análisis es automático, o como diría Freud, inconsciente, y dispara directamente una respuesta, conductual y/o emocional, antes de pasar por la razón. “…a continuación, la maquinaria racional matiza, elabora y perfecciona la decisión final” (Mora, 2006).
Muchas veces creemos que pensamos y luego actuamos, pero no es exactamente así. Nuestro funcionamiento es mucho mas automático de lo que podemos darnos cuenta. Este hecho nos dificulta inmensamente cambiar nuestra conducta y nuestra manera de vivir o “sufrir” emocionalmente un recuerdo, situación o reto. Es la causa de esa impotencia que a veces sentimos cuando no podemos dejar una pareja dañina, una conducta adictiva, un pensamiento improductivo y doloroso o no podemos entendernos con un amigo o un familiar.
Lo que propone Mindfulness a través de sus prácticas es salirnos del círculo vicioso de nuestros pensamientos automáticos inconsciente. Esos que todos, absolutamente todos, lo creamos o no, tenemos constantemente. No consiste en aniquilarlos ni prohibirlos, todo lo contrario. Sino dejarlos salir, sin validarlos ni alimentarlos.
La mayoría de las veces la atención esta a merced de este sistema automático, de tal forma que no somos dueños de ella. Y teniendo en cuenta que estamos allá donde está nuestra atención;
¿Dónde estamos? Nuestro pensamiento viaja como un mono, de rama en rama, frenético y confuso, y no podemos controlarlo. Estamos posesos por un viejo aprendizaje que tal vez no nos adapta tan bien al presente como debería.
Muchos podemos recordar como a veces no hemos podido dejar de pensar en algo que no queríamos pensar, no hemos logrado desconectar o concentrarnos, incluso a veces nos hemos sentido incapaces de tomar una decisión o hemos reaccionado a algo con una rabia, ansiedad o tristeza incontrolables e irracionales.
Nuestro hemisferio izquierdo cerebral suele llevar el mando de nuestro pensamiento. Él se encarga de establecernos cronológicamente en el tiempo, y se sustenta en el lenguaje. Es el hemisferio dominante en todos los diestros y la mayoría de los zurdos. Su función es la de darle una coherencia y sentido al sistema, es decir, a nosotros mismos. Como dijo Mangun en 1993, “El hemisferio izquierdo esta demasiado ocupado diferenciando y analizando el mundo como para estar en el mundo”. La misión de este sistema es en realidad, imposible, pues trata de controlar una realidad que tiene tantos estímulos y posibilidades que es incontrolable. En su empeño puede caer en la obsesión, la ansiedad, la compulsión, la tristeza o en los laberintos del ego. A veces, su labor se vuelve un obstáculo al funcionamiento fluido del sistema al que sirve, nosotros mismos.
La práctica habitual de Mindfulness desactiva circuitos “viciosos” del cerebro, y conecta y complejiza otras zonas, encargadas de la atención consciente y el pensamiento lateral, no condicionado, creativo, innovador…Mindfulness también promueve la activación de nuestro sistema nervioso parasimpático, reduciendo automáticamente las reacciones ansiosas del cuerpo como la sudoración, las taquicardias y la angustia.
El Dr. Ramesh Manocha, de la Escuela de Medicina de Sidney, en un vanguardista estudio al respecto, confirma que la salud de las personas que habían meditado, o experimentado lo que el estudio llama “silencio mental”, durante al menos dos años, era significativamente mejor que las del resto de la población australiana, principalmente en el caso de la salud mental.
Parece fácil, ¿verdad? No lo es. Ni mucho menos. Mindfulness, como todos los entrenamientos, requiere disciplina, constancia, y resistencia a la frustración. Y este es un entrenamiento especialmente difícil, pues no es un entrenamiento del cuerpo, sino de la mente.
Y es también difícil porque sus beneficios son intangibles y la mayoría llegan a largo plazo, pero sin duda, como demuestra la psicología, la neurociencia y mi práctica personal, vale la pena.
Rocío Carballo Álvarez
www.rociocarballo.es
¿“Pienso, luego existo” o “Existo, luego pienso”?
La psicología y la neurociencia han demostrado, de forma paralela, que cada nuevo estímulo es filtrado y comparado, de forma compleja, con nuestros estímulos recuerdo. Este análisis es automático, o como diría Freud, inconsciente, y dispara directamente una respuesta, conductual y/o emocional, antes de pasar por la razón. “…a continuación, la maquinaria racional matiza, elabora y perfecciona la decisión final” (Mora, 2006).
Muchas veces creemos que pensamos y luego actuamos, pero no es exactamente así. Nuestro funcionamiento es mucho mas automático de lo que podemos darnos cuenta. Este hecho nos dificulta inmensamente cambiar nuestra conducta y nuestra manera de vivir o “sufrir” emocionalmente un recuerdo, situación o reto. Es la causa de esa impotencia que a veces sentimos cuando no podemos dejar una pareja dañina, una conducta adictiva, un pensamiento improductivo y doloroso o no podemos entendernos con un amigo o un familiar.
Lo que propone Mindfulness a través de sus prácticas es salirnos del círculo vicioso de nuestros pensamientos automáticos inconsciente. Esos que todos, absolutamente todos, lo creamos o no, tenemos constantemente. No consiste en aniquilarlos ni prohibirlos, todo lo contrario. Sino dejarlos salir, sin validarlos ni alimentarlos.
La mayoría de las veces la atención esta a merced de este sistema automático, de tal forma que no somos dueños de ella. Y teniendo en cuenta que estamos allá donde está nuestra atención;
¿Dónde estamos? Nuestro pensamiento viaja como un mono, de rama en rama, frenético y confuso, y no podemos controlarlo. Estamos posesos por un viejo aprendizaje que tal vez no nos adapta tan bien al presente como debería.
Muchos podemos recordar como a veces no hemos podido dejar de pensar en algo que no queríamos pensar, no hemos logrado desconectar o concentrarnos, incluso a veces nos hemos sentido incapaces de tomar una decisión o hemos reaccionado a algo con una rabia, ansiedad o tristeza incontrolables e irracionales.
Nuestro hemisferio izquierdo cerebral suele llevar el mando de nuestro pensamiento. Él se encarga de establecernos cronológicamente en el tiempo, y se sustenta en el lenguaje. Es el hemisferio dominante en todos los diestros y la mayoría de los zurdos. Su función es la de darle una coherencia y sentido al sistema, es decir, a nosotros mismos. Como dijo Mangun en 1993, “El hemisferio izquierdo esta demasiado ocupado diferenciando y analizando el mundo como para estar en el mundo”. La misión de este sistema es en realidad, imposible, pues trata de controlar una realidad que tiene tantos estímulos y posibilidades que es incontrolable. En su empeño puede caer en la obsesión, la ansiedad, la compulsión, la tristeza o en los laberintos del ego. A veces, su labor se vuelve un obstáculo al funcionamiento fluido del sistema al que sirve, nosotros mismos.
La práctica habitual de Mindfulness desactiva circuitos “viciosos” del cerebro, y conecta y complejiza otras zonas, encargadas de la atención consciente y el pensamiento lateral, no condicionado, creativo, innovador…Mindfulness también promueve la activación de nuestro sistema nervioso parasimpático, reduciendo automáticamente las reacciones ansiosas del cuerpo como la sudoración, las taquicardias y la angustia.
El Dr. Ramesh Manocha, de la Escuela de Medicina de Sidney, en un vanguardista estudio al respecto, confirma que la salud de las personas que habían meditado, o experimentado lo que el estudio llama “silencio mental”, durante al menos dos años, era significativamente mejor que las del resto de la población australiana, principalmente en el caso de la salud mental.
Parece fácil, ¿verdad? No lo es. Ni mucho menos. Mindfulness, como todos los entrenamientos, requiere disciplina, constancia, y resistencia a la frustración. Y este es un entrenamiento especialmente difícil, pues no es un entrenamiento del cuerpo, sino de la mente.
Y es también difícil porque sus beneficios son intangibles y la mayoría llegan a largo plazo, pero sin duda, como demuestra la psicología, la neurociencia y mi práctica personal, vale la pena.
Rocío Carballo Álvarez
www.rociocarballo.es