Un músculo profundo, que trabaja 24 horas al día, es el que nos permite realizar nuestra más
básica necesidad fisiológica; la respiración. Este músculo no podría ser otro que el diafragma:
Se trata de un músculo abombado que separa la cavidad torácica (el tórax) de la cavidad abdominal (el abdomen).
Tiene la función de facilitar la respiración, ya que los pulmones no tienen musculatura propia.
Los músculos del diafragma se contraen en la inspiración de aire y recuperan su posición de reposo en la expiración de aire. (Fuente: Enciclopedia de la salud 2011)
Nuestro actual ritmo de vida, el estrés, las ropas inadecuadas, etc, generan patrones de respiración caracterizados por un ritmo acelerado y una escasa intensidad, esto es, una respiración más superficial. Habitualmente, solo utilizamos una parte de nuestra capacidad pulmonar, con frecuencia la parte superior de los pulmones, facilitando una respiración eminentemente torácica en la que la intervención del diafragma es poco relevante. Esta respiración no permite una oxigenación tan adecuada como supondría una respiración más completa; las respiraciones costales solo oxigenan la parte superior de los pulmones.
Las consecuencias de una respiración inadecuada son una menor oxigenación de los tejidos, mayor trabajo cardíaco y una mayor intoxicación general del organismo, lo que puede facilitar la aparición de ansiedad, depresión, fatiga física, etc.
Por el contrario, los patrones de respiración caracterizados por tasas bajas de inspiración, volúmenes elevados de aire y respiraciones predominantemente abdominales incrementan el control parasimpático, con descensos importantes en la tasa cardíaca, lo que señala una desactivación general del organismo.
La RESPIRACIÓN DIAFRAGMÁTICA ABDOMINAL, es una técnica del control del estrés o ansiedad muy utilizada desde la antigüedad.
Consiste en tomar aire por la nariz, dejando que el abdomen se vaya hinchando lentamente, de tal forma que el aire estará llegando a la parte inferior de los pulmones.
A continuación, expulsar el aire con la misma lentitud, dejando que el abdomen descienda por sí solo.
IPuedes comenzar a practicarlo en sesiones de 10 minutos todos los días, solo en aquellos momentos en los que te sientas más tranquilo.
Al mes probablemente ya hayas aprendido la técnica y puedas recurrir a ella en momentos de mayor angustia o estrés.
Rocío Carballo
Psicóloga psicoterapeuta